lunes, 21 de marzo de 2011

Un saber que no sabe lo que sabe


Caigo a los pies de una escalera interminable
donde descansan todos los arroyos
de todas las aguas
de todos los continentes.

A donde las campanas se sulfuran con los pájaros
y los niños corren descalzos por los adoquines.

Voy al mismo lugar donde la sangre
se recompone de sus látigos
donde el perturbador más bravo se hace pis encima
donde la rebelión de los culpables exige nuevas ceremonias
donde todos los sueños que se rompieron vuelven a juntarse
donde las caceloras silban en los pechos
para no dormir los dedos ni olvidarse de las manos.

Voy al mismo lugar de donde vengo
de donde vine
de donde caigo.

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